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20 de diciembre de 2010

Es una adicción, es un infierno.

Nunca olvidaré como olía su pelo de cerca.
Fue justo en el momento en el que me dio un abrazó en medio del parque y toda la gente nos miró con una cara un poco extraña, cuando me di cuenta de que Alberto era mucho más de lo que yo pensaba. Y aunque en ese instante no pensé en lo que pasaría después, sabía que podía llegar a ser algo muy grande. Mientras su mano izquierda de estrujaba suavemente de las costillas hacia él, y la derecha me acariciaba el pelo como nunca nadie lo había hecho, sentí cómo me protegía, y estaba más segura que nunca de quién quería que me protegiera siempre...
- No me sueltes - me susurró muy suave creándome un escalofrío rápido que acabó en una sonrisilla tonta dejando florecer, más sincero que nunca, mi hoyuelo izquierdo.
- No podría... 

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