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19 de diciembre de 2010

El dieciocho de enero quedó muy lejos.


Ya no hay cosquillitas, ni mariposas que valgan cuando me miras a los ojos. Tus palabras crean un vacío en mi cabeza y lo único que oigo es el eco de tus silencios. Y aunque mis sonrisas al verte seguirán hasta que por fin te vayas de verdad, las tuyas no tienen efectos sobre mi piel. No quiero tus besos, tampoco tus caricias aunque un día eso fuera mi mayor deseo. Y, ¿sabes?, estoy mejor que nunca sin tenerte cerca.
Cada madrugada te buscaba entre los rayos del sol y ahora todas las noches me escapo de tu recuerdos. No quiero estrellas junto a ti, ni mares solitarios. Tampoco trenes, copas, ni siquiera canciones. Basta ya de ordinarieces, de falsos momentos y de miradas que hablan. Un punto y final.

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