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11 de julio de 2013

174.

Escribir bonito, como Neruda.
Sonar bonito, como la banda sonora de El Padrino.
Sentir bonito, como los rayos de sol colándose por tu persiana cualquier martes de verano calentando tu hombro izquierdo desnudo sobre la cama.

Pero ni escribimos, ni sonamos
Incluso ya ni siquiera  nos sentimos

El recuerdo de aquel último beso y las marcas de tus dientes en mi cuello son lo único que me obligan a mantenerme aferrada al pasado. Y el poder de revolverme todo por dentro con un simple «pequeña». Besos bajo la lluvia y sueños compartidos en cualquier colchón.¿Por qué me enseñaste tantas cosas, joder? Que te odio porque no puedo olvidarte; que te quiero y por eso lo de recordarte. 
    Pero dueles.

                                             Aún no logro entender que eres, pero que no estás.  
O al revés.
Ya ni sé.