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3 de marzo de 2011

El ruido del mar en medio del océano.

Quería decirte tantas cosas cuando te tuve cerca que el miedo me impidió hacerlo. Y ahora que estoy tan lejos y te echo demasiado de menos, tengo casi la obligación de hacerlo. Lo peor, es que no sé cómo.
No sé como explicarte que cuando te digo lo que siento, abro mi corazón más de lo normal y que eso me duele, porque cuando lo hago, ni siquiera eres capaz de mirarme a los ojos. Tampoco sé como hacer para expresar que eres todo lo que me hace sonreír y por lo que acabo llorando tras una sonrisa despistada. Porque tal vez, contarte que las nubes que acompañan al sol en cada atardecer me recuerdan a ti y que cada canción me conmueve y me revuelve hasta lo más profundo pensando en ti, es demasiado bonito desde tu punto de vista demasiado atroz de la vida.
Ayúdame, créeme y sonríeme cada vez que te diga que tus ojos son los que marcan mi camino y que si no brillan no puedo seguir.

Y ahora, ¿qué? ¿Vas a dedicarme una mirada de esas tuyas que cortan el alma para quererte más de lo que ya lo hago? O, simplemente ¿vas a cerrar los ojos y caminar de vuelta para olvidarte de todo esto y seguir creyendo que sólo eres uno más para mí?

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