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4 de julio de 2011

Entre un adiós y un hasta luego, preferiste el primero.

Le he perdido, del todo, para siempre. 

Y ahora le echo de menos más de lo que pensaba que lo haría.  

Y disfruté de él cada segundo que compartía conmigo, cada mirada que ocultaba el resto del espacio. Las sonrisas a medias que tocaban el cielo y las caricias indescriptibles que usábamos como sábanas. Jamás me sentaron tan bien los whiskies como los que tomé con él alguna noche. Te aseguro que se duerme mejor a su lado y que nadie hace cafés como los suyos, y siempre desayunábamos el uno enfrente del otro. Mis abrazos más intensos les recibió él y mis mejores besos todavía tienen su sabor. Dejé de pedir deseos cuando le tuve de frente, y jamás un "felicidades" fue tan bonito como el que dibujó su voz susurrándome. Lo lento que se consumía su tabaco de liar me daba más tiempo para quedarme sentada, callada, disfrutando de su compañía. Las mejores fotografías de mi pasado tienen su cara y las canciones más bonitas las cantamos juntos un día en la playa. Bailé, viajé y compré un futuro con él...
Así que no me digas que debí de valorarle antes, porque no creo en ese tópico después de haberle tenido entre mis manos. 

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